jueves, 29 de mayo de 2014

Los amigos del narco Juan Chamalé en El Salvador

Un operador financiero y logístico de Los Perrones en El Salvador asegura que el narco guatemalteco propició una reunión a mediados de 2008 entre Reynerio Flores Lazo, líder de la banda oriental, y Adolfo Tórrez, entonces operador político del partido Arena. De ahí, dice el lugarteniente de "Neyo", salieron con un acuerdo básico: Los Perrones pagarían entre $500,000 y $600,000 en apoyo a la campaña electoral arenera a cambio de que Tórrez intercediera en el sistema judicial salvadoreño por Deysi Aracely Fuentes Cruz, esposa de Reynerio.





I. Del capítulo 8 de "Infiltrados", Los operadores políticos. Relato de las reuniones entre Juan Chamalé y sus socios salvadoreños.

Mediados de 2008
El anfitrión del encuentro no era otro que Juan Ortiz López,
a quien las autoridades guatemaltecas conocen como Juanito
Chamalé. Según la ONU, dirigió uno de los cuatro grupos que
controlaron el tráfico de drogas en Guatemala hasta 2008, tras
la irrupción violenta de los carteles mexicanos. A la reunión
asistieron el Chele Tórrez y colaboradores de Reynerio. Romeo
acudió a esa cita y la recuerda así: “Policías de Guatemala nos
custodiaron cuando entramos en la hacienda. Desde el desvío
hasta la casa era una buena distancia y había hombres con
Ak-47 en toda la propiedad. El Chele Tórrez fue quien propició
la reunión”.
Reynerio Flores (camisa verde) y su esposa, Deysi. Foto tomada de Diario CoLatino

Después de esa reunión hubo otra en el Hotel Presidente con
los mismos invitados. Ahí, dice Romeo, con Juanito Chamalé
como testigo, pactaron aportar entre $500,000 y $600,000 para
las campañas de Arena a cambio de que el Chele Tórrez interviniera
por Deysi Aracely Fuentes Cruz, esposa de Reynerio, a
quien la PNC había detenido en Santa Rosa de Lima, en la casa
de la pareja.

Detectives guatemaltecos consultados aseguran que no
pueden corroborar que la reunión en el rancho de Juanito
Chamalé haya ocurrido, pero sí que investigaban relaciones del
narco guatemalteco con el Chele Tórrez y otros políticos salvadoreños,
en especial tras el asesinato de los parlamentarios en
Guatemala, en febrero de 2007. Un informe de la CICIG determinó
que Eduardo D’Aubuisson, William Pichinte y Ramón González fueron
asesinados por una venganza relacionada con drogas y dinero
del narcotráfico.

En uno de los viajes que hicieron juntos, esto le contó el
Chele Tórrez a Romeo: “Yo pregunté al Chele cómo había sido
esa muerte, y me contó que había sido una factura que le habían
pasado a los diputados por haberse apropiado de 10 millones
de dólares de unos colombianos, a los que incluso ellos, la
gente del Chele, llegaron a legalizarles el estatus migratorio en El
Salvador”.


El colombiano con el que el Chele Tórrez tenía tratos se
llama Gustavo Becerra Gil. Por él intercedieron ante autoridades
migratorias, entre otros, el director departamental por San
Salvador, Roberto D’Aubuisson, hermano de Eduardo —uno de
los tres diputados del Parlamento Centroamericano por Arena
asesinados—, según consta en una carta enviada a la Dirección
General de Migración.

2002-2005
El 9 de enero de 2002, Julio René Fuentes, un socio del Chele
Tórrez en la empresa CAMSA, una de las cuatro a cuyas
juntas directivas el arenero estaba vinculado como miembro
propietario o suplente, intercedió ante la Dirección General de
Migración para que se le otorgara residencia temporal a Becerra
Gil y a su novia, Lidia Claudia Espinal Orozco, colombianos
los dos, quienes habían entrado al país el 1 de enero. Así consta
en archivos de la Dirección General de Migración.

Un reporte del OIE, elaborado en los últimos meses de la
gestión del presidente Saca, identifica a Becerra Gil como el
proveedor de Chepe Diablo (José Adán Salazar), del Cartel de
Texis.

El 9 de mayo fue expulsado porque su visa había vencido.
Ocho días después, sin embargo, reingresó por la frontera de
El Amatillo. A partir de entonces se movía entre El Salvador
y Honduras. El 13 de abril de 2003 hay otra salida registrada
de Becerra Gil hacia territorio hondureño. Para abril de 2005,
estaba de nuevo en El Salvador, y esta vez pidió una prórroga
de su permiso de trabajo para emplearse en CAMSA.
Para finales de la primera década del siglo XXI, tras los
asesinatos de los diputados en Guatemala, Becerra Gil había
dejado El Salvador y había encomendado a una mujer conocida
como “La Caneche” la labor de proveer droga a sus antiguos
socios. Buena parte de esta información llegó a la inteligencia
policial de boca del capitán Guzmán Parada, quien, al igual que
el Chele Tórrez, terminaría muerto; en esta ocasión, sin  margen
para la duda de que se trató de un asesinato.

II. En un despacho en Ciudad Guatemala.

En los despachos de la fuerza pública guatemalteca Juan Chamalé es un nombre de peso. En marzo de 2013, durante una entrevista en la oficina del Ministro de Gobernación, Mauricio López Bonilla, una asistente de prensa utilizaba el nombre como referencia al hablar del mapa de narcotraficantes en Guatemala y El Salvador. "Cuando capturamos a 'Repollo' -el traficante salvadoreño Jorge Ulloa Sibrián-, nosotros lo consideramos de la talla de Chamalé, pero en El Salvador no le pusieron demasiada importancia", explicó.

Si se atiende a las cantidades de cocaína que, según las inteligencias antinarcóticos de Estados Unidos y Guatemala movían "Chamalé" y "Repollo", ninguno de los dos es un traficante menor. A Ortiz López el fiscal federal A. Lee Bentley III lo acusa de intentar distribuir cinco kilogramos o más de cocaína en Florida: unas 40 toneladas de acuerdo a la DEA. A Ulloa Sibrián investigaciones de las policías guatemalteca y salvadoreña lo relacionan con 10 toneladas de cocaína traficadas hacia Estados Unidos a través de Guatemala.

En El Salvador, la investigación contra "Repollo", que arrancó en 2007, incluyó a diputados relacionados con el Cartel de Texis, la organización de tráfico y lavado de dinero que controla la zona fronteriza con Guatemala, aledaña al territorio que durante al menos dos décadas estuvo bajo el mando de Juanito Chamalé.


 III. La última parada de Juanito Chamalé

El viernes 23 de mayo, oficiales federales estadounidenses recibieron a Juan Alberto Ortiz López en un recinto judicial de Tampa, en la Florida. Al guatemalteco, de 43 años y nacido en San Marcos, le esperaba en la corte estadounidense una acusación por narcotráfico: "Ha sido extraditado al Distrito Medio de Florida... si es condenado puede enfrentar una pena de cadena perpetua", dice la nota de prensa publicada por la oficina en Miami de la Agencia Antidrogas (DEA, en inglés).

En el proceso contra Chamalé en Tampa hay ya referencias a los grupos que surtían al guatemalteco de cocaína. "Durante más de una década, la organización de Ortiz López recibió cargamentos de varias toneladas de cocaína en Guatemala, que luego serían transportadas por México hacia los Estados Unidos...", según un resumen preparado en 2011, cuando Chamalé fue capturado en Guatemala, por la oficina del fiscal Robert E. O'Neill en Florida.

En Washington, un agente federal, quien habló desde el anonimato por no estar autorizado para comentar procesos judiciales abiertos, explica las implicaciones que este caso podría tener para otros grupos de narcotráfico en Centro América: "Se verán las rutas, los cómplices... Hoy hay que esperar a saber que es lo que (Chamalé) dice (sobre su operación)". Esas rutas, sus trazos, también cruzan por El Salvador. De acuerdo al despacho del ministro López Bonilla, al menos tres de las seis rutas terrestres de narcotráfico que han surtido a los capos guatemaltecos pasan por El Salvador.




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