De como filtraciones desde la PNC hicieron fracasar planes para capturar al narcotraficante José Natividad Luna Pereira, Chepe Luna.
Un ex ministro salvadoreño me reveló, en 2008, la mayoría de detalles desde los que reconstruyo esta historia. Habló conmigo varias veces a lo largo de un periodo de 4 meses, cuando la investigación periodística sobre la banda Los Perrones tenía más de un año de estar en las páginas de La Prensa Gráfica y la conexión de los narcotraficantes con oficiales de alto rango de la PNC era ya clara. En el epílogo de aquella investigación, las pláticas con el ex ministro me confirmaron dos cosas que habían sido hilos conductores en las publicaciones: 1. A pesar de la ocultación oficial, la infiltración del narco en las instituciones salvadoreñas es muy grave; 2. La infiltración empezó desde la formación misma de la nueva Policía. Aquí la historia de la Operación Fracaso.
I.
El Ministro se había ido a su rancho de playa el miércoles de Semana Santa, la de 2005. En San Salvador, en el Oriente, incluso en Nicaragua, quedaba listo el operativo que él, la Policía, otros secretarios de Estado y hasta agentes de Estados Unidos habían dibujado una y otra vez en papel durante larguísimas reuniones en la salita de conferencias del ministerio, en oficinas de la Embajada o en Casa Presidencial. Si todo salía bien, al regreso de Semana Santa el Ministro podría decir al Presidente que su joven gobierno se había anotado un tanto excepcional: capturar al narcotraficante más buscado por la DEA en El Salvador (Deudas legales en Nueva York); podría decirle que Chepe Luna estaba preso. Así, alerta, el Ministro llegó a su rancho, dispuesto a descansar un par de días. El celular, eso sí, permanecería encendido.
Desde las primeras horas de ese miércoles santo, mucho antes que el Ministro emprendiera ruta a la playa en El Salvador, en Nicaragua un par de agentes salvadoreños y sus colegas nicas terminaban de afinar la vigilancia del operativo que, según el plan, daría inicio a la cacería de Chepe Luna. La idea era hacer al contrabandista y narcotraficante caer en una trampa: agentes encubiertos habían pactado con él la entrega de un cargamento de carne de res y cocaína para que la transportara desde las costas de Chinandega hasta la carretera Panamericana en el lado salvadoreño. La inteligencia analizada en San Salvador, recogida por agentes antinarcóticos con ayuda de la DEA, había dado una idea bastante clara de las rutas utilizadas por Chepe Luna. Chinandega, Golfo, Barrancones o Las Tunas, Pasaquina, Santa Rosa de Lima, Panamericana. El operativo incluía puntos de vigilancia en la mayoría de esos lugares. Incluso en San Miguel, el último punto de salida hacia San Salvador o a los mercados del norte salvadoreño.
En San Miguel, los agentes Rosario y Marcial (nombres ficticios) también esperaban señal cerca de Metrocentro. En un Nissan blanco fingían ser una pareja de enamorados que aprovechaban el primer día de vacación para intercambiar besos en el estacionamiento medio vacío del centro comercial.
Ya entrada la noche, el celular del Ministro aún esperaba noticias...
-----
II.
Pocos meses después de que el Gobierno de Antonio Saca tomara posesión, un grupo de sus secretarios de Estado y jefaturas de la Policía Nacional Civil se reunían con diplomáticos y agregados policiales de la Embajada de los Estados Unidos para recibir, de agencias como la DEA y el FBI, información sobre las condiciones del narcotráfico y el contrabando. Los informes estadounidenses eran amplios: ya en 1996 la DEA había detectado importante presencia de narcolanchas en las playas del Oriente salvadoreño y el uso de viejas rutas de contrabando de lácteos y tráfico de armas para el trasiego de drogas. (El caso de Eliú Martínez y la playa La Chepona. Investigaciones de la DEA). En 2005, el nombre que más se repetía en la mesa del Ministro era el de José Natividad Luna Pereira, oriundo de Honduras pero registrado también en la alcaldía de Pasaquina durante la administración del alcalde arenero Odir Ramírez. Era Chepe Luna a quien los perfiles de la inteligencia norteamericana responsabilizaban entonces por los cargamentos de droga más importantes que pasaban por El Salvador.
La mesa de tarea que se formó tras las primeras reuniones tomó una decisión: el Gobierno emprendería la búsqueda sin cuartel de Chepe Luna. Capturar al capo implicaba demostrar, en los primeros meses de administración, que la Policía no estaba infiltrada, que la Secretaria Técnica apostaba al control real del contrabando como política fiscal y que El Salvador se tomaba en serio el combate al narcotráfico. Todo eso falló, porque la primera premisa era falsa: la Policía tenía un buen rato de estar infiltrada, precisamente por Chepe Luna y varios de sus subalternos.
-----
III.
El niño dejó la bicicleta en el pavimento, cerca de la puerta del conductor del Nissan blanco; dio algunos golpes a la ventanilla. El agente Marcial, que llevaba ya cinco días de vigilancia, bajó el vidrio.
- "Si quieren pueden irse. El señor al que esperan no va a a venir", soltó el chiquillo.
El señor al que los policías salvadoreños y nicaraguenses esperaban no llegaría. Chepe Luna se había vuelto a escapar.
La última vez que el celular del Ministro sonó en el rancho de playa fue solo para anunciar el epílogo: todo el plan, la inteligencia, el operativo, todo se había venido abajo. Lo más seguro, pensó el Ministro, la única posibilidad es que de la mesa de guerra se había escapado un soplo oportuno para el narco. Desde el primero momento, el Ministro sospechó de los policías que habían estado en esa mesa. No era esa la primera vez que la complicidad de los más altos jefes de la PNC salvadoreña echaban por la borda investigaciones como esa. No sería la última. (Nexos de policías y ex policías con Chepe Luna. Publicado en LPG.)
-----
IV.
Después de aquel rotundo fracaso, a finales de 2005, el Ministro decidió restringir el acceso a la mesa. El siguiente paso parecía claro:
- "Informé de todo a Casa Presidencial. Lo que acababa de pasar era muy grave. De todo supo Capres. Le dijimos también de nuestras sospechas sobre la Policía", me dijo el Ministro a principios de 2009 mientras platicábamos en su casa en San Salvador.
- "¿Qué hizo Capres?", solté a pesar de que la respuesta a esas alturas parecía clara.
- "Nada. O muy poco".
De hecho, en 2006, la administración Saca hizo algo con el entonces director de la Policía, Comisionado Ricardo Menesses; lo trasladó como enviado policial a la Embajada de El Salvador en Washington, que entonces dirigía René León. El Gobierno de Saca creó el puesto ad-hoc para el Comisionado. A la postre, además de a Menesses, la Inspectoría policial investigó a otros cuatro altos jefes policiales de aquel entonces por supuestos vínculos con Chepe Luna, entre ellos al Comisionado Óscar Aguilar, a quien en 2008 el entonces director Francisco Rovira había rescatado del ostracismo para nombrarlo jefe de inteligencia. (Cambios en PNC tras renuncia de director Francisco Rovira).
-----
V.
Epílogo.
La mesa especial, pensada como semilla de una fuerza de tarea para combatir el contrabando y el narcotráfico con asesoría de los Estados Unidos, fracasó sin culminar su primera operación. La complicidad policial con el crimen era ya para 2005 tan grave que hacía imposible que una idea como esa funcionara. Desde entonces he escuchado a funcionarios, ex funcionarios, investigadores salvadoreños y estadounidenses, académicos, diplomáticos y periodistas repetir esa verdad. La última vez fue la semana pasada.
Para finales de 2005, la mesa había dejado de tener capacidad operativa, pero seguía haciendo una labor importante, inédita además en El Salvador: rastrear operaciones bancarias sospechosas para detectar posibles casos de lavado. Hubo una operación en particular que llamó la atención de los funcionarios: de una agencia de Usulután, un hombre había movido, en una sola transacción, 800,000 dólares; era algo poco común en El Salvador y mucho más en Usulután. La mesa pasó la información a Casa Presidencial, sobre todo pensando en que ese hombre era candidato a diputado suplente por el PCN. Su nombre: Roberto Carlos Silva Pereira. Pero esa es otra historia. Más en un próximo post...
Parecería que no hay interés de los Órganos del Estado, de entrar en serio a investigar los nexos del crimen organizado con funcionarios de la PNC, de la FGR, del Órgano Judicial. Esto es un secreto a voces que no se puede comprobar pues nadie investiga. Como que en El Salvador hay "ciudadanos libres de toda sospecha", aunque en realidad, todos sospechamos de ellos, hay nombres y apellidos, solo el señor Fiscal General no se da cuenta.
ResponderEliminar