jueves, 15 de noviembre de 2012

El día que capturaron al Burro




El 17 de febrero de 2011 el Centro de Inteligencia Policial retuvo por unas horas a Roberto Antonio Herrera Hernández, de alias El Burro, uno de los líderes del Cartel de Texis. La Policía, entonces, se amparó en una vieja orden de interpol que reclamaba al supuesto narcotraficante por delitos cometidos en Estados Unidos. A continuación el relato, y las fotos, de lo que sucedió aquel día, basado en reportes policiales y en entrevistas con tres agentes salvadoreños que estuvieron relacionados con el operativo, de quienes se omite identificación por razones de seguridad.

Roberto Herrera Hernández, de alias El Burro, el 17 de febrero de 2011, en Santa Ana, antes de ser retenido por policías salvadoreños por una vieja orden de interpol que lo reclamaba por delitos cometidos en Estados Unidos.


La imagen del Burro en el retrovisor de su vehículo, durante el seguimiento policial.



“Cuidá al niño y vendé todo lo que tenemos”, dijo el hombre a su esposa por el celular. Era la voz de un hombre “asustado” y “resignado”, según cuenta uno de los agentes de la Policía (el agente 1) que lo custodiaba en el laboratorio de la PNC en San Salvador. Pasaban las 3:30 de la tarde de ese día cuando Roberto Antonio Herrera Hernández, alias el Burro, tomó el teléfono para alertar a su esposa que estaba detenido y que los policías estaban cotejando sus huellas digitales para confirmar si él era la misma persona a quien el FBI buscaba por varios delitos. “Él sabía para donde iba y sabía que si lo mandábamos para el norte de esa no se escapaba. Una cosa es aquí, en El Salvador, donde él a esas alturas ya tenía comprados a un montón de políticos y policías. Otra cosa es en el norte”, relata otro agente salvadoreño que conoció sobre aquella captura (el agente 2).

Antes de salir hacia San Salvador
El operativo empezó en una de las casas de Herrera Hernández, la número 12 de la 7ª. Avenida Norte de Santa Ana, en el occidente salvadoreño, desde temprano, con una unidad de vigilancia que había ubicado el pick-up Toyota verde musgo  placas P235-804, propiedad del Burro, estacionado frente al edificio de una planta, fachada blanca, puertas rojas y ladrillo visto. Cuatro agentes de la inteligencia policial, tres hombres y una mujer, se ubicaron a  unos 50 metros del inmueble a esperar. Ese día, según todo lo planeado, capturarían al Burro Herrera, uno de los principales líderes del narcotráfico salvadoreño al que la PNC llevaba siguiendo al menos un año y quien Estados Unidos conocía por delitos cometidos en Los Ángeles y Houston.

El seguimiento duró casi toda la mañana. Primero, Herrera Hernández fue a una cerrajería, la Industrial, ubicada en la Avenida Independencia de Santa Ana, donde conversó con alguien en el interior del local. Luego se bajó en Lácteos de Texis; ahí dejó su pick-up verde y cargó con forraje para ganado un camioncito blanco Hyundai placas P545-380 con el que salió por el redondel de Metrocentro  hacia San Salvador. Los agentes de inteligencia le seguían de cerca.

En Septiembre de 2009, en un documento de la PNC titulado “Informe estratégico sobre amenazas del narcotráfico en El Salvador”, elaborado a partir de la orden circular número 0009-12-2008, que había girado la Dirección General en tiempos del Comisionado José Luis Tobar Prieto, aparecen varias referencias al Burro Herrera:  “De profesión u oficio ganadero… es el segundo jefe de una estructura de narcotraficantes, solamente detrás de Ortega, el Chele. Se le ha designado como el que controla la parte de Santa Ana y Ahuachapán… Tiene su propia  gente que efectúa los contactos para los envíos de droga, sus principales enlaces están en Jutiapa y Jalapatagua en Guatemala…

“Se conoce que en un tiempo anterior… en programas de televisión… aparecía la foto de este sujeto como uno de los más buscados por el FBI, por tráfico de armas y homicidio. En ese tiempo este sujeto se anduvo escondiendo, pero luego de algún tiempo continúo con actividades ilegales.” Otra referencia sobre el Burro en ese informe.

Herrera Hernández poco después de ser detenido
El periódico digital El Faro de El Salvador es el único medio de comunicación en perfilar a Herrera Hernández, citando tres informes policiales de inteligencia. En un amplio reportaje sobre el Cartel de Texis, una de las estructuras de narcotráfico y lavado de dinero del país, El Faro retrata al Burro Herrera, uno de los líderes de la organización junto a José Adán Salazar Umaña, de alias Chepe Diablo, como un hombre con importantes conexiones en el bajo mundo, en la Policía y en los partidos políticos.

El Burro, dice El Faro, participó el 14 de julio de 2010 en una reunión en la que habló de “apartar” a un oficial de la Policía que se había puesto “pendejo”. Otros documentos de la inteligencia estatal salvadoreña en los que Herrera Hernández aparece perfilado hablan de su papel como líder del narcomenudeo en Santa Ana, pero también de su posible participación en homicidios por ajustes de cuentas en su organización.

Cerca del mediodía de aquel día de febrero de 2011, el Hyundai blanco, con Herrera Hernández al volante y otros dos hombres adentro, abandonó la carretera Santa Ana-San Salvador y tomó la calle a Zapotitán a la altura del cantón Agua Caliente. Minutos después, dos carros se juntaron en esa calle de polvo y grava: el Hyundai y un todoterreno Toyota gris placas P4346. El Burro disminuyó la marcha para intercambiar algunas palabras con el conductor del Toyota, quien a los pocos segundos reemprendió su camino. Desde otro carro, un Hyundai sedán, gris también, los agentes de la Policía observaron el intercambio.

Tras el encuentro con el Toyota Gris, el Burro Herrera vio como el sedán le sobrepasaba sobre la calle de tierra y se detenía frente a él, obligándolo a detenerse. Los cuatro agentes de paisano se identificaron y le anunciaron al Burro que estaba retenido, que lo llevarían a San Salvador para comprobar si sus huellas digitales coincidían con las de un hombre al que los estadounidenses buscaban por crímenes cometidos en el norte.

“Él sabía lo que iba a pasar; sabía que si lo entregábamos a los cheles (autoridades de Estados Unidos) no había forma en que saliera”, recuerda el agente 2. “No se opuso a que lo detuviéramos. Nos dijo que era amigo y nos ofreció colaborar”, relata.

Desde la calle polvosa de Zapotitán salieron varias llamadas a San Salvador cuando Herrera Hernández estaba retenido. El coordinador de la captura llamó a sus superiores para terminar de asegurar qué pasaría cuando el laboratorio policial confirmara que las huellas dactilares del hombre al que acababan de detener, moreno de cabello entrecano y barba recortada al estilo candado, vestido con una camiseta verde musgo, un pantalón de lona celeste, zapatos y cinturón café, eran las del narcotraficante que había empezado controlando el menudeo de droga en el barrio San Lorenzo de Santa Ana y luego se convirtió en el lugarteniente de una de las organizaciones de narcotráfico más grandes de El Salvador, un capo al que también investigaban por el asesinato de cómplices por deudas no pagadas.



Secuencia del momento en que el Burro Herrera es retenido en la zona de Zapotitán.

Un reporte fiscal del 14 de agosto de 2008 da cuenta del asesinato de un distribuidor de droga del barrio San Lorenzo de Santa Ana que la inteligencia policial, en un reporte de septiembre de 2009, atribuye al Burro.  Esa noche, los agentes de la unidad de vida de la fiscalía santaneca llegaron a la escena del crimen a las 9:30. Ahí encontraron el cadáver de un hombre al que luego identificaron como Abel José Rogelio Padilla, de 36 años. Esto es lo que reportaron los agentes: a eso de las 8 y cuarto, dos hombres se bajaron de un automóvil gris en la intersección entre la 9ª. Avenida Norte y 12 Calle Oriente del Barrio Santa Bárbara de Santa Ana y descargaron dos armas de fuego sobre Rogelio Padilla, quien murió por varios impactos de bala en el tórax.

Horas antes, el Burro, según el reporte de inteligencia, había ordenado la muerte de Padilla, uno de los comerciantes de droga de la zona, para cobrar una deuda. Este es el relato del móvil, reconstruido con lo que consta en ese expediente policial: Padilla, deportado de Estados Unidos, trabajaba para la estructura de narcotráfico que manejaba Herrera Hernández. Como otros menuderos de confianza, Padilla, quien llegaba a recibir hasta un kilo de cocaína para surtir mercados en Santa Ana, el occidente y otras zonas del país, acababa de cometer el más grave de los errores en el mundo narco: había fiado un kilo a otro distribuidor y había perdido otros dos kilos, algo que su patrón no podía perdonarle. Por órdenes del Burro, los sicarios, encabezados por alguien a quien la Policía identificó solo como Amintón de Jesús, recibieron “una gran suma de dinero” desde un carro placas P-284421 el mismo día que Abel Padilla fue asesinado.

De regreso al operativo del 17 de febrero, de 2011, el agente 1 recuerda la expectativa que se había generado en torno a lo posibilidad de sacar al Burro de circulación. “Sabíamos que esta era una oportunidad de oro para sacarlo de aquí y realmente golpear a esta estructura. Y lo hablamos con los estadounidenses. La orden de interpol existía… Parecía que teníamos algo ahí”, explica. La respuesta de los norteamericanos, dice, no fue contundente, pero tampoco desalentadora.

Poco antes de las tres de la tarde, el auto en el que viajaban los agentes salvadoreños y el Burro se detuvo en una calle lateral del bulevar Santa Elena, cerca de la Embajada de los Estados Unidos. Ahí, el policía encargado del operativo recibió, de manos de un agregado policial estadounidense un documento con las huellas del hombre al que la justicia de Estados Unidos buscaba.

“Con esto vamos a ir al Laboratorio para confirmar que son tus huellas”, le dijo el agente a Herrera Hernández. “Esa fue la explicación que le di, que estaba retenido en vías de identificación; ese era el procedimiento legal”.

Ya en el laboratorio policial, mientras el Burro esperaba esposado en una salita, los agentes empezaron a recibir llamadas desalentadoras. “Me dijeron que la orden no era suficiente, que era muy vieja… que no servía… que no se lo iban a llevar. Yo le contesté a uno de ellos: ‘sabés que lo que este hombre hace es trabajar aquí para envenenar adolescentes allá en Estados Unidos con la droga que pasa. Nos jodemos nosotros pero se joden ustedes también…’, pero no hubo tales. No fue ese el día del Burro”.
Cuando el agente 1 le dijo a Herrera Hernández que era libre recibió una sonrisa a cambio. Una sonrisa de alivio. “Me lo llevé a la delegación de Santa Ana y ahí levantamos un acta cuando se lo entregamos a la esposa”.

Otro agente salvaderoño, el 3, accede a corroborar el operativo del 7 de febrero de 2011. La conversación con este hombre, quien fue consultor en la PNC y colabora con la DEA, solo es posible a través del chat de un Blackberry (“Es más difícil que los piquen –intervengan-“, explica): 

-          ¿Usted recuerda ese operativo? 

-          Sí, fue una retención, pero el Burro salió bien. 

-          ¿Qué pasó? ¿Por qué no lo agarró la DEA o el FBI?

-           La orden estaba prescrita, ya no servía para llevarlo. 

El día del operativo fallido, al despedirse de los policías que lo habían retenido, Roberto Antonio Herrera Hernández, solo dijo: “Cualquier cosa que necesiten, búsquenme, estoy a sus órdenes”.

miércoles, 31 de octubre de 2012

The US election and Central America

By Héctor Silva Ávalos*


On October, 9th, President Mauricio Funes of El Salvador did something unusual for a Central American incumbet: he used a formal statement in front of US Ambassador to the country, Mari Carmen Aponte, to wish the “best of luck in the up-coming election” to President Barack Obama. It is no secret in Washington or in San Salvador that Funes had a close relationship with the Obama administration during the first two years of the Salvadoran first leftist President, one that took POTUS to San Salvador in 2011 as a part of his only trip to Latin America so far. The presidents also had a brief encounter in the Summit of the Americas in Cartagena last spring. Funes along with Honduran president Porfirio Pepe Lobo were, before that summit, the best followers of US policy related to the drug war in Latin America after newcomer Guatemalan President Otto Pérez flirted with the idea of legalizing marijuana as part of the drug conversation in the Americas, something Obama’s State Department has opposed fiercely. As expected, the summit changed nothing regarding the US-fueled drug war. What was evident after that summit, however, was  that the Obama´s already weak Latin American staff grew even lighter. With the presidential election approaching, the question is what the outcome will mean for Central American. Short answer: very little.

President Barack Obama visited in 2011 the grave of slain Salvadoran Archbishop Óscar Romero


The US has two main interests in the isthmus. One is combating the drug trade. The other, geopolitics: Hugo Chávez’s reelection in Venezuela has reinvigorated the prevailing narrative of U.S. conservatives, in which Latin American is only seen through a very superficial lens of  good guys and bad guys, one which ignores all the complexity of the new Latin America, and which is written mainly by the Cuban American lobby in Florida.

The drug issue is, of course, real; US Southern Command figures for 2011 reveal that 460-540 tons of cocaine came to the US markets through Central America, which is about 60% of US consumption. Since 2010, Honduras is the most prominent hub for drug traffickers. The political turmoil and the lack of state presence that are common in that country after the coup d´Etat perpetrated by the Army and some Honduran elites have exacerbated  impunity and fueled greater government corruption, extrajudicial killings and open control of territories by the narcos. The Obama administration’s policies for Honduras tried to follow the usual script, sending helicopters and counternarctotics interdiction money, but two lethal incidents have put the whole policy on hold. In Guatemala, Otto Pérez Molina, who came into the presidency as an open question for the US due mainly to doubts around his past as strongman for Guatemala´s Army, long known for human right abuses and dealings with druglords, has made Obama´s Washington uncomfortable. Another no-go in the drug trafficking map, where Guatamala´s Peten province is already grounding Mexican cartels operations and warehouses.

And then there´s the geopolitical issue. There are very few clues in the whole Washington electoral narrative about President Obama´s or Mitt Romney´s views on Latin America (aside the very vague statements the GOP´s candidate has thrown on trade with the region) or, even less, on Central America. Some clues might arrive by looking at the candidates’ staffs on the Americas. Romney´s Latin American team is, as in his entire foreign policy staff, marked by the hawkishness of the Bush administration and the close ties with the Florida lobby. It is seems likely that if the Republican wins, his State Department would play with the old Cuba-Venezuela narrative. Robert Zoellick, the CAFTA fixer in Washington some 8 years ago, is  close to the GOP campaign and has been mentioned as a potential cabinet member; that would increase the likelihood that Washington would press for a second chapter of neoliberal reforms towards the region. In Obama´s camp the question might be if a second term State Department will have a more out-of-the-box thinking when dealing with the unsolved agenda.

With Laura Chinchilla´s tenure in Costa Rica fading rapidly into lameduckness, with Ricardo Martinelli surrounded by embarrassing allegations of corruption, with the Northern Triangle in a very dangerous path towards uncontrolled violence and even more weakened states, and with Nicaragua´s economic tranquility providing no simple explanations, the next US President will face no easy task in the most violent region of the world which now faces, as Colombia did 20 years ago, the clear and present danger of succumbing to unlawful and unpredictable forces. In the years since the Salvadoran Peace Accord between the guerrillas and the Government sealed the Central American Cold War chapter, the US has not been paying attention. It doesn´t seem that that will change after November 6th.

*Research Fellow at the Center for Latin American and Latino Studies, American University, Washington DC.

sábado, 20 de octubre de 2012

El elefante y las cucarachas


Columna publicada el 9 de octubre 2012 en elfaro.net



Una cifra vale para iniciar este argumento: por El Salvador pasaron, en 2011, hasta 11 toneladas de cocaína según los datos públicos más recientes de diversas agencias estadounidenses. Once toneladas. De esas, según los datos que manejan entre otras oficinas el Comando Sur del Ejército de Estados Unidos, al menos una se queda en territorio salvadoreño. El reporte público más reciente de la PNC habla de decomisos que no llegan a la tonelada. Matemática y lógica simples; pregunta simple: ¿qué pasa con las otras 9-10 toneladas que no son decomisadas o se quedan para el mercado local? La respuesta, simple también: esa droga es la que usa la porción salvadoreña del corredor centroamericano del narcotráfico, que en 2011 movió al menos 554 toneladas desde Suramérica hacia Estados Unidos, México y Europa. Esa droga es la que administran los narcotraficantes salvadoreños a través de diversas organizaciones, como la de Los Perrones o el Cartel de Texis. Esa droga, y el dinero asociado a ella, es el que ya infiltró al Estado salvadoreño, a su Policía, a su Ejército, a su Asamblea Legislativa, a su sistema judicial.

Así 2011. Algo ha cambiado en 2012 y, con seguridad, marcará tendencias en 2013: la Operación Martillo que el Comando Sur y la DEA llevan a cabo en Guatemala y Honduras. Martillo sigue, en esencia, el mismo guión escrito por Estados Unidos desde los días del Plan Colombia, que consiste en vigilancia aérea estadounidense e intercambio de inteligencia en el terreno entre la DEA y las fuerzas locales antinarcóticos con el fin último de detener el flujo masivo de droga hacia el norte. Clave, aquí, es la palabra masivo: a Estados Unidos le importa bloquear los flujos grandes, no lo que queda esparcido en la ruta.

Las críticas más importantes a este modelo -cada vez más explícitas en la opinión pública continental, incluso en EUA- es que los decomisos siguen sin impactar el flujo global en forma significativa, que el control del consumo en el mercado estadounidense es deficiente, que el modelo privilegia la interdicción y nunca ha atendido los efectos de infiltración en estados nacionales débiles como los centroamericanos y que, a la postre, la vigilancia segmentada de cualesquiera sean las rutas privilegiadas de tráfico en un momento determinado nunca es suficiente para evitar el llamado efecto globo, o lo que el profesor Bruce Bagley, de la Universidad de Miami, llama efecto cucaracha: “La fragmentación y dispersión de grupos de crimen organizado a lo largo de países y subregiones”; es decir, cada vez que se limpia una ruta, las cucarachas salen en busca de un nuevo hábitat, uno que reúna suficientes condiciones de suciedad, corrupción, debilidad estatal y paso libre, uno que les permita funcionar sin problemas.

No es arriesgado prever que, en el caso de El Salvador, ante la presión que Martillo ya empieza a ejercer en el Pacífico guatemalteco y al Atlántico hondureño, las cucarachas se moverán hacia nuevas zonas de confort, en este caso, hacia la esquina noroccidental que controla el Cartel de Texis, y hacia el litoral oriente, desde el Golfo de Fonseca hasta el estero de Jaltepeque, que siguen controlando miembros de la recompuesta banda Los Perrones.

Reportaje sobre Los Perrones publicado en La Prensa Gráfica
Todas las condiciones para que Texis, Perrones y otros grupos subsidiarios de traficantes que proveen armas, logística, medios para lavar dinero y vigilancia crezcan están ya ahí. Texis opera, por ejemplo, gracias a la escasa vigilancia policial y militar en su zona de operación, según lo reveló El Faro en dos entregas este año, y gracias a la connivencia de mandos policiales. Así, con protección policial y de algunos miembros de la Fuerza Armada, que les proporcionaron inteligencia y contravigilancia, crecieron Los Perrones hace una década. Hasta ahora, a pesar de varias denuncias públicas, pistas proporcionadas por la misma inteligencia policial y estatal, e intentos infructuosos de investigación administrativa, ningún oficial de la PNC o de la Fuerza Naval está preso por esa complicidad. Cuando, en agosto pasado, el Inspector General de la PNC cerró todos los expedientes abiertos contra oficiales de la Policía sospechosos de colaborar con el narcotráfico, con argumentos vagos e incluso contradictorios, abrió un poco más la puerta a la impunidad, y dejo claro, una vez más, que en El Salvador ellos, los narcos, pueden hacer.

La respuesta del Estado salvadoreño siempre ha sido débil. Desde que a finales de 2008, bajo la orden circular número 0009-12-2008, la Dirección de la PNC pidió un análisis estratégico sobre las amenazas del narcotráfico en El Salvador, ha habido persecuciones selectivas, motivadas más bien por intentos de extorsión desde el poder político a los narcotraficantes que por un afán real de cerrar las rutas. En estos últimos cuatro años las organizaciones de narcos más bien han crecido. Además de la recomposición de Los Perrones tras las capturas de Reynerio Flores y Juan María Medrano, y del surgimiento de Texis como una organización sofisticada que terminó de abrir la ruta del noroccidente y creó una poderosa microeconomía hotelera, agrícola incluso futbolística en el occidente, en 2009 se consolidó la colaboración entre esas dos organizaciones y otros grupos a través de intermediarios asentados en San Salvador (un pequeño pero poderoso cartel al que la inteligencia policial llama Maoo desde 2009).

Extracto de informe de inteligencia sobre estructuras ligadas al Cartel de Texis
El elefante del narcotráfico está aquí, sin duda, aunque el cálculo electoral o la llana connivencia sigue haciendo que el estado y los liderazgos políticos traten de ignorarlo, de hacerlo invisible. Ya, incluso, hay importantes dudas sobre el papel de estos grupos de crimen organizado en el financiamiento de campañas políticas debido a casos como los de la alcaldía de Pasaquina o los de los cuatro diputados presos o investigados por sus vínculos con el narcotráfico. Pero no hay investigaciones abiertas, ni leyes para transparentar gastos de campañas electorales, ni depuraciones institucionales; nada para evitar el crecimiento del elefante y el desfile de cucarachas. Las que si pasaron por El Salvador en 2011, según los datos de Estados Unidos, fueron entre 9 y 10 toneladas de cocaína.

*Investigador Asociado del Centro de Estudios Latinoamericanos de la American University. Washington, DC.

viernes, 5 de octubre de 2012

11 preguntas para el nuevo fiscal general

La elección del nuevo fiscal general de El Salvador se entrampó. O, para individualizar la sintaxis, los partidos políticos con capacidad de influir en la elección (FMLN, ARENA y GANA) la entramparon. No parece que más tiempo signifique, en este caso, ampliar la posibilidad de que el nuevo titular de la FGR sea más independiente; al contrario: la prórroga en la elección, al estar motivada solo por la aritmética de la componenda partidaria, hace pensar más bien que la independencia, como ha sido hasta ahora, no será un activo en el despacho del responsable constitucional de investigar el delito.

Por ahora, 11 preguntas:


1. ¿Cuál es el porcentaje real de condenas que encontró en los portafolios de sus fiscales; expedientes abiertos vs. condenas firmes se entiende?

2. ¿Cuántas condenas y/o expedientes abiertos por lavado de dinero? Lo sé, la pregunta es más bien retórica, a menos que sus antecesores hayan guardado estos procesos en el más absoluto secreto para evitar dañar las investigaciones.

3. ¿Explica cuántos teléfonos se pincharon desde el centro de escuchas antes de su llegada? Sé que no puede dar nombres para no comprometer las pesquisas; quizá cuenta nada más el tipo de delitos para los que se ha usado esa herramienta y el nivel que tienen dentro de las organizaciones criminales esos a quienes están escuchando.

4. Hace casi dos meses, el jefe de la DAN, Marco Tulio Lima, dio un diagnóstico sobre el narcotráfico en el país; habló de narcomenudeo, volvió a mencionar a las pandillas... No dijo nada de las redes que contralan el tránsito de cocaína o de las que importan insumos para cortar metanfetaminas. ¿También silencio estratégico sobre los grandes casos? Y si no es así, imagino que usted completará el análisis y abrirá investigaciones de oficio para empezar a hablar en serio de combate al narcotráfico.

Operación Martillo en Honduras. Tomado de Noticiero Tucumán
5. ¿Teme que la operación martillo que el Comando Sur de Estados Unidos realiza en Honduras y Guatemala empuje aún más a los narcos hacia el noroccidente salvadoreño?

6. Esta, por el grado evidente de dificultad, explíquemela como a un niño de siete años -me robo la frase de Denzel Washington en Filadelfia-: ¿Es posible que nos pueda usted ofrecer alguna garantía de independencia tras el tumulto político que se avecina para conseguir los votos que lo pondrán en el puesto? ¿O al menos nos sorprende con un par de anuncios rápidos que nos devuelvan un poco la fe? ¿Profundizar Texis? ¿Meterle a los expedientes por corrupción en la PNC? ¿Jesuitas? Son solo un par de ideas, fiscal.


7. En 2010 su antecesor se opuso a la creación de una comisión internacional de combate al crimen organizado; el argumento fue que es el fiscal general quien tiene el monopolio de la investigación. En Guatemala, un experimento similar, la CICIG, ya dio bastantes resultados a pesar de los altibajos: investigación de jefes policiales de alto rango, investigaciones contra ex mandatarios, y, en la segunda etapa, ha aportado bastante al ministerio público guatemalteco para que empiece a dar muestras de independencia. ¿Qué le parece, visto lo visto, la idea de una versión salvadoreña?

8.  Extorsiones. Está claro que la tregua no da para tanto. ¿?

9. La penúltima: ¿Cómo va el caso de medio millón?

10. ¿Sabe algo de las pesquisas de las que habló el director de la PNC en torno al reagrupamiento de Los Perrones?

11. Perdón, la última, hoy sí: ¿Para cuándo una reunión con la fiscalía costarricense para entrarle a lo de los furgones llenos de cocaína y manejados por salvadoreños que empiezan a poblar la frontera de Peñas Blancas?

Frontera Peñas Blancas, Costa Rica-Nicaragua. Tomado de Diario La Prensa Libre de Costa Rica.




jueves, 20 de septiembre de 2012

El narcotráfico en Centro América. Presentación en la Florida International University (borrador).



Comparto aquí el primer borrador de la charla que daré mañana en la Florida International University. 


Slide 1

Crimen organizado en Centroamérica. Visión General.

Septiembre 2012

Ponencia en la FIU

Héctor Silva Ávalos


Slide 2

Datos. El corredor centroamericano.

  • Las cifras, más que la literatura a los análisis, explican sin lugar a dudas la importancia del corredor centroamericano en el mapa actual del narcotráfico en las Américas.

  • La vitalidad de ese mapa se explica, en parte por lo que varios especialistas llaman el efecto globo1, que definió al istmo como puente de tránsito cuando Estados Unidos cerró el corredor Caribe en los 90; y en parte por el alto nivel de penetración que han logrado los grupos de crimen organizado de la región -subcontratistas la mayoría de las organizaciones colombianas y mexicanas- en los estados nacionales, sobre todo en las policías y sistemas judiciales, pero cada vez más en los sistemas políticos2.

  • Pero también las tendencias políticas, tanto las regionales como las nacionales, han abierto nuevos campos de acción al crimen organizado3.

Slide 3
Datos
  • Los datos de las agencias estadounidenses para 2011, recogen los siguientes datos:
  • Entre 180 y 554 toneladas de cocaína salieron de Centroamérica hacia México y Estados Unidos.
  • (Para 2008, la UNODC reportaba el paso de 140 toneladas por el corredor centroamericano)5.
  • Entre 349 y 789 toneladas entraron al corredor centroamericano desde Suramérica, con rumbo a EUA, Europa y mercados minoritarios pero en crecimiento, como el mismo México, Canadá o Asia.
  • La ONU reportaba, para 2008, el consumo de 165 toneladas de cocaína en Estados Unidos. Un reporte más reciente, del Wilson Center de Washington, estima el consumo total de las Américas en 445 toneladas, el 63% de la producción anual. En Estados Unidos se gastaron 37 billones de dólares en el consumo anual de cocaína. Todo esto prueba un viejo axioma: entre el 80 y el 90 por ciento de la cocaína que se consume en EUA pasa por Centroamérica.6

IDEA SUMARIA:
EN LOS ÚLTIMOS 20 AÑOS EL NARCOTRÁFICO HA FORTALECIDO REDES DE CRIMEN ORGANIZADO EN CENTRO AMÉRICA QUE HOY TIENEN CAPACIDAD DE CONTROLAR TERRITORIOS, MANIPULAR AL ESTADO, INFILTRAR A LAS FUERZAS DE SEGURIDAD, FORMATEAR CAMPAÑAS POLÍTICAS, CORROMPER EL TEJIDO SOCIAL Y CREAR MICROECONOMÍAS FICTICIAS. ESTA, NO LAS PANDILLAS, ES LA PRINCIPAL AMENAZA A LA INTEGRIDAD DE LOS ESTADOS NACIONALES, A LA ESTABILIDAD DEMOCRÁTICA DE LA REGIÓN Y, A LA POSTRE, A LA SEGURIDAD NACIONAL DE LOS ESTADOS UNIDOS.


LA IDEA, QUE DEBERÍA PARECER CLARA, NO LO ES, AL MENOS EN TÉRMINOS DE POLÍTICAS PÚBLICAS: SIEMPRE HA SIDO MÁS FÁCIL ECHARLE LA CULPA A LAS PANDILLAS QUE A LOS NARCOS, Y A SUS SOCIOS EN EL PODER POLÍTICO, EN LAS POLICÍAS O EN LA EMPRESA PRIVADA.


Slide 4
Datos
  • El corredor centroamericano está dividido, ahora, en dos rutas:
  • The Central American has two main paths:
  • La aérea: Mosquitia hondureña, Olancho: 92 a 239 toneladas en 2011. Desde 2010 las inteligencias de Estados Unidos y Centroamérica empezaron a detectar el ensachamiento del hub hondureño, con vuelos procedentes de la selvas del sur colombiano y, sobre todo, de las zonas seguras en Venezuela.
  • The Honduran shore: Mosquitia, Olancho. 92 - 239 passed through this route in 2011. Since at least 2009, Central American intel offices and US agencies in the region detected the upsizing of the Honduran Hub with the opening and reopening of illegal airstrips used by aircrafts coming from Colombia and mainly from secured production and dirtribution areas in Venezuela.
  • La terrestre-marítima: La cocaína fluye, sobre todo, de puertos del Pacífico colombiano y de puertos del Caribe venezolano directamente a puntos de trasiego en Costa Rica y el Atlántico nicaraguense, o con recalaje a ambos lados del Canal de Panamá. Desde Costa Rica hacia el norte, un buen porcentaje de la droga (entre 40 y 177 toneladas) entran al corredor de la Panamericana por Peñas Blancas, punto fronterizo entre Costa Rica y Nicaragua y puntos ciegos aledaños. Antes de pasar la frontera tica, las cargas suelen dispersarse en pequeños envíos (operación pitufo) que son entregadas a subcontratistas salvadoreños o nicaraguenses que las colocan en Guatemala7.
  • The land-and-sea route: cocaine flows from departing points at the Colombian and Venezuelan shores to the Central American Panamericana straight to final delivering points in Costa Rica and the Nicaraguan Atlantic coast; some cargos are delivered from the Panamá strip: Tocumen, and both sides of the canal. Other path starts in Peñas Blancas, the bordering line between Costa Rica and Nicaragua; from there the cargos are divided in smaller deliveries (smurfing) that flow north through the Panamericana in the hands of Salvadoran and Nicaraguan subcontractors that deliver the packages all the way to Guatemala.

Slide 5
Las tendencias

  • Los carteles.
  • El prólogo del crimen organizado relacionado al narcotráfico en Centroamérica son las guerras de los 80. Operaciones de trasiego de armas para fuerzas insurgentes y contrainsurgentes sirvieron a algunos casos como cobertura a tráfico de cocaína.8

  • Joaquín El Chapo Guzmán tiene al menos 15 años de aparecer en informes de inteligencia de gobiernos centroamericanos, sobre todo en Honduras y El Salvador. En 2000, la inteligencia salvadoreña detectó las primeras reuniones en San Salvador entre emisarios del Golfo y la MS13.
     
  • La forma más común de operación a finales de los 90 y principios de 2000 en el triángulo norte era crear “oficinas” o establecer franquiciatarios para que movieran cargas específicas o varias cargas pactadas. Viejas estructuras de contrabandistas, traficantes de indocumentados y dueños de redes de prostitución reconvierten el negocio hacia el narcotráfico. La relación con las pandillas fue, sobre todo, para el sicariato.

  • Los Zetas se asientan en Guatemala. Hay, en pueblos de Petén, presencia de hombres armados del cartel y, según la inteligencia de los dos últimos gobiernos salvadoreños, campos de entrenamiento para pandilleros.

Slide 6
Las tendencias

  • Las organizaciones locales. Funcionan como federaciones o asociaciones más que como carteles: uno o varios de sus miembros ponen la inversión, otros la infraestructura y medios de transporte, otros los contactos políticos, judiciales y policiales.
  • They work as federations of crime, they are not cartels yet, as in Colombian or Mexican DTOS. In these cases one group of members put the money in, others have the infraestructure (haciendas, warehouses), others provide the money laundering operation, others the transportation means, and others the political and police connections.
  • Han diversificado el negocio: unos se dedican al transporte, otros al lavado de activos y han empezado a cruzar fronteras en busca de negocios lícitos, sobre todo en bienes raíces (reporte de compra de tierras en Honduras por parte de la banda Los Perrones).
  • They have diversified the business. Now Los Perrones are buying lands.
  • Los transportistas han consolidado la ruta terrestre con furgones: salvadoreños involucrados en la ruta Puntarenas-Texis-Jutiapa. También siguen explotando la ruta marítima a través de cayucos o lanchas rápidas.

  • Estas redes ya han creado economías ficticias que les permiten operaciones importantes de microlavado (Metapán) y campos de influencia que, incluso, les ha permitido pactar control de la violencia a cambio de paso libre para la droga.

  • Han sofisticado la penetración en el tejido social y político a través del financiamiento de campañas electorales en el nivel local, la “siembra” de parlamentarios a través de aportes financieros a campañas nacionales.

Slide 7
Casos tipo

Caneche-Perrones.

  • Uno de los primeros consorcios sofisticados de El Salvador.

  • Sus fundadores dejaron de ser solo transportistas (del punto A al punto B en el istmo) y pasaron a colocar cocaína directamente en Estados Unidos, a través de una red que incluía empleados de líneas aéreas y policías en los aeropuertos de Comalapa y Newark.

  • Aunque trabajan para varios proveedores, un colombiano de apellido Becerra (para quien varios diputados pidieron residencia ante migración salvadoreña) fue uno de sus primeros y más importantes contactos.

  • Los Perrones se formaron a final de los 90 con ayuda de policías y agentes aduanales (caso G-9 en la Fiscalía General).

  • Operaron en 2000 gracias a la protección de mandos medios de la Policía y a que llegaron a pagar hasta 250,000 dólares a operadores políticos para evitar persecuciones. También los protegieron oficiales de la Fuerza Naval en La Unión.

  • A final de 2000, por presión internacional y de la opinión pública, la Fiscalía capturó a varios de los líderes luego de varios operativos frustrados por filtraciones que venían de la misma Policía.

  • Entre 2010 y 2012 la banda se ha reorganizado. La Caneche, una salvadoreña asociada a Becerra, controla los contactos con los proveedores. Lugartenientes de los que están presos manejan las rutas y las flotas (4 decomisos en 2012 que involucran a salvadoreños en Peñas Blancas). Algunos de ellos han comprado terrenos en zonas apartadas de El Salvador y Honduras.
1Bruce Bagley. Drug Traficking and Organized Crime in the Americas. The Wilson Center. August 2012.
2Caso Jutiapa, “Manolillo”.
3Olancho, las pistas y el golpe en Honduras.
4Steven Dudley. Drug Trafficking Organizations in Central America: Transportisas, Mexican Cartels and Maras). Woodrow Wilson Center and the University of San Diego. May 2010
5Major Global Cocaine Flows, 2008. UNODC Drug Report, New York, UNODC 2010).
6“Responding to Violence in Central America”. A report by the US Senate Caucus on International Narcotics Control. September 2011.
7Casos Caneche-Perrones, Texis.
8La Operación Ilopango. Testimonio de Luis Posada Carriles ante agentes del FBI en Tegucigalpa, Honduras. National Security Archive. Relación entre el Cartel de Medellín y el gobierno sandinista en los 90. Pablo Escobar, el patrón del mal, La parábola de Pablo. Alonso Salazar.

miércoles, 29 de agosto de 2012

Un diputado más...


La Asamblea Legislativa de El Salvador se dispone a elegir a un nuevo fiscal general de la república. El reto más importante de quien tome posesión será, sin duda y a pesar de la timidez con que el tema sigue apareciendo en la opinión pública salvadoreña, el crimen organizado. Los anillos de narcotráfico del Cartel de Texis en el Noroccidente, de Los Perrones y grupos derivados en el oriente y de las organizaciones de lavado y tráfico de armas en San Salvador y la Nueva Concepción deberían ser prioridades. Este fiscal contará con una herramienta muy importante, el centro de escuchas telefónicas, que hasta ahora apenas empieza a despegar después de mil atrasos en su instalación. Repito, la Asamblea Legislativa elegirá al fiscal general; por ese recinto, el del Legislativo, ya ha caminado, se ha sentado y se ha pulido el crimen organizado. Este post es solo un pequeño recordatorio de esas relaciones.


Wilber Rivera, diputado por la coalición de Conciliación Nacional y PES, suplente de Reynaldo Cardoza y sujeto a una petición de antejuicio hecha por la Fiscalía salvadoreña tras un incidente que involucra un intercambio de disparos, ha sido investigado por la inteligencia policial en relación con estructuras de crimen organizado. El nombre de este legislador chalateco se une al de otros dos diputados que, en los últimos diez años, dejaron en evidencia la porosidad de la Asamblea Legislativa salvadoreña ante la infiltración del crimen. Wilber Rivera, si las sospechas plasmadas en los informes policiales son ciertas, unirá su nombre a los de Roberto Carlos Silva Pereira y William Eliú Martínez. El segundo, preso y condenado en Washington, DC, por tráfico de drogas; el primero, preso en una cárcel de Arizona por delitos migratorios, aunque la información de inteligencia estadounidense, salvadoreña y guatemalteca es suficiente para determinar una duda razonable sobre la participación de Silva en la estructura de narcotráfico conocida como Los Perrones.

Wilber Rivera
 Silva y Martínez, agentes del narcotráfico que utilizaron la política apadrinados por miembros prominentes de partidos como ARENA, el PCN o el extinto PAN, se valieron de su inmunidad para llevar adelante sus negocios ilícitos; el primero acusado de lavar dinero, el segundo condenado por mover 36 toneladas de cocaína hacia los Estados Unidos. Hay, en la historia latinoamericana, varios precedentes sobre el maridaje entre política y crimen organizado, un guión de terror que tiene los mismos ingredientes de protección política, corrupción e impunidad.

Dice elfaro.net sobre las investigaciones en las que aparece mencionado Rivera:  “Wilber Alexander Rivera Monge es conocido como Hilander (sic), tiene antecedentes judiciales por lesiones de fecha 07MAR87”. Luego, en la nota, el periódico hace referencia a la relación de Rivera con el diputado Reynaldo Cardoza, a quien una investigación del medio vincula con el Cartel de Texis. Cardoza es un diputado propietario; Wilber Rivera es un suplente, igual que lo fue Silva.

El asunto, insisto, no es baladí: esos diputados forman y formaron parte del cuerpo que elige, entre otros, al Fiscal General de la República, el encargado por Constitución de investigar el delito. Dentro de poco, esa discusión volverá a abrirse en El Salvador, con todo lo que eso implica.

La protección a Silva Pereira.
Roberto Carlos Silva Pereira
El diputado del PCN ya estaba en los informes clasificados y en los mapas del crimen organizado que las agencias policiales estadounidenses tenían sobre Centro América a mediados de la década pasada. En 2005, una mesa interdisciplinaria del Gobierno salvadoreño –que incluyó a Policía, a los ministerios de Seguridad y Hacienda, a la Fiscalía y a la DEA de Estados Unidos– había identificado transacciones millonarias que el legislador había hecho desde sucursales bancarias de Usulután sin mayores explicaciones.
Uno de los ministros del ex Presidente Antonio Saca, el mismo que me reveló cómo la infiltración del crimen organizado en la Policía hizo fracasar un operativo de captura en contra del narcotraficante Chepe Luna en 2005, me contó sobre las primeras sospechas en torno a Silva Pereira:

-          “Después de lo del fracaso de Chepe Luna la mesa se redujo a su mínima expresión. Nos quedamos solo a nivel de ministerios, sin la Policía ni la Fiscalía, concentrados en temas de evasión, delitos relacionados al contrabando, elusión. Parte de los informes que recibíamos también daban cuenta de transacciones de dinero irregulares, o más bien, que saltaban a la vista por no ser comunes. Así fue como recibí un reporte sobre Silva Pereira, que entonces ya era diputado, y si no me equivoco iba para su reelección”. 

El ministro no se equivocaba: a finales de 2005, Silva Pereira se preparaba para la campaña electoral de cara las legislativas de 2006, en las que correría, otra vez, como suplente del pecenista Elizardo González Lovo por La Unión. Antes de esa elección, ya el Gobierno de Saca tenía noticia del legislador.

-       "Llegó a mis manos un informe en el que decía que esta persona había movido 800,000 dólares desde una sucursal pequeña en Usulután. Eso no era común. No es común. Avisamos…”

-         - ¿A quién avisó?

-        -   A Capres (Casa Presidencial).

-         -  ¿Qué pasó? ¿Qué le dijeron?

-          - Nada. El señor se reeligió. Y ya ves todo lo que pasó después.

Partes de lo que pasó después se ha contado en la prensa salvadoreña. La Prensa Gráfica reportó ampliamente sobre la relación de Silva Pereira con el lavado de dinero y con la banda Los Perrones; y El Faro reveló la impactante conversación telefónica en que el otrora hombre fuerte del partido ARENA en San Salvador, Adolfo Tórrez, le pedía medio millón de dólares para interceder a su favor en tribunales y fiscalía; en pocas palabras, para comprar voluntades. Tórrez, según una resolución a la que la Fiscalía llegó en tiempo récord, se suicidó poco después de que Mauricio Funes juramentó como Presidente de la República. Muchos de los allegados del otrora hombre fuerte de ARENA en San Salvador, sin embargo, dudan del suicidio y apuntan a que Tórrez fue asesinado. Aquel año, 2009, escribí una larga crónica sobre las últimas horas del “Chele”. 

Roberto Carlos Silva Pereira se le había escapado a la policía salvadoreña en enero de 2007, dos meses después de que la Asamblea Legislativa lo desaforó. O mejor: el diputado suplente salió de su casa, resguardada por la policía, y nunca volvió. Sobre él pesaba una petición de antejuicio relacionada con corrupción y negocios ilícitos que vinculaban a un par de docenas de alcaldes de todos los partidos políticos en El Salvador. Silva se fue sin documentos a Estados Unidos, donde autoridades migratorias lo capturaron. Hasta hoy, sigue preso en Arizona. Su destino legal sigue siendo incierto: Estados Unidos ha decidido no deportarlo igual que a miles de salvadoreños indocumentados que viajan a diario en vuelos fletados de regreso a Comalapa. Tampoco ha avanzado la extradición solicitada por la justicia salvadoreña.