La captura del Burro Herrera,
supuesto miembro del cartel de Texis, es, según tres fuentes
salvadoreñas y una en Estados Unidos, parte de una investigación
más amplia que la Fiscalía salvadoreña ha basado en gran parte en
información producida desde hace al menos cuatro años por la
inteligencia policial y por datos recogidos desde el centro de
escuchas telefónicas.
No parece un tipo amigable Roberto
Antonio Herrera Hernández, alias El Burro, el ganadero santaneco de
quien las autoridades salvadoreñas dicen ahora que investigan por
robar carros y por narcotráfico, por ser miembro del cartel de
Texis. En las fotos que de él circulan por las páginas de los
medios impresos salvadoreños suele aparecer con una mueca de
disgusto o con el gesto exasperado señalando a la cámara.
Roberto Antonio Herrera Hernández, alias El Burro. Foto tomada de La Prensa Gráfica |
En 2007, Herrera Hernández desmostró
su mal carácter a un hombre que tuvo la mala suerte de encontrárselo
en una lotificación del caserío Azacualpa de Texistepeque. José
Adeli Sandoval Linares, de 46 años, había llegado a la lotificación
a recoger unos documentos, según consta en una denuncia puesta en la
PNC el 15 de julio. Ahí, en la entrada, estaba el Burro Herrera:
- ¿Qué estás haciendo aquí?, preguntó Herrera.
- Vengo a recoger unos recibos, respondió Sandoval.
- Mirá, yo tengo muchos problemas y muchos enemigos y no te quiero ver aquí. Te me vas...
- Esos son tus problemas, desafió el visitante.
El Burro Herrera sacó su arma de fuego
y ofreció una solución al tema: “Pues si querés ahorita mismo
nos damos verga”... Esa vez, al menos, nadie murió.
El martes 23 de julio pasado, cuando la
Policía lo presentó esposado ante medios de comunicación
salvadoreño después de capturarlo por robo de carros, Herrera
Hernández se desahogó con una declaración enigmática: “Soy el
papel higiénico de este país”, dijo antes de explicar que, según
él, su captura se debía a que había decidido no aceptar un
chantaje al que querían someterlo personajes políticos importantes.
La confesión, por supuesto, paró ahí, pero sirvió para añadir
una pieza más al rompecabezas del narcotráfico, el lavado de dinero
y la complicidad del estado salvadoreño con el crimen organizado. La
vieja y productiva “protección política” que el cartel de
Texis, la supuesta organización narco a la que pertenece el Burro, y
Los Perrones reciben desde hace un buen rato según dejó establecido
el año pasado un informe de la Oficina de Naciones Unidas contra la
Droga y el Crimen.
La Prensa Gráfica relató así las
declaraciones de Herrera Hernández: “El trato ofrecido fue
desvanecer toda la investigación del cartel de Texis –cuya
existencia calificó de “invento”– a cambio de $200,000 por
cabeza. 'Soy un chivo expiatorio de alguien aquí, todo ha sido
basado en una extorsión', dijo ”.
En febrero de 2011, cuando el Centro de
Inteligencia Policial lo detuvo atendiendo a una petición
estadounidense, el Burro Herrera no apareció tan feroz ante sus
captores, según dos agentes que participaron en aquel operativo. Es
más, dice uno de ellos que el hombre estaba resignado desde el
principio: suponía que sus días de impunidad en El Salvador habían
terminado y que le tocaba volver a Estados Unidos, donde de poco le
servían los contactos hechos en la feria ganadera de Santa Ana, el
paraguas de sus contactos políticos o sus tratos con oficiales de la
PNC.
Así reproduce uno de los oficiales la
conversación que sostuvo en 2011 con Herrera Hernández tras
comunicarle que lo iba a retener en vías de confirmar la validez de
la orden estadounidense:
- “ 'Cuidá al niño y vendé todo lo que tenemos', eso fue lo que le dijo a la esposa cuando le habló después que lo detuvimos, que ya lo teníamos en el laboratorio en San Salvador cotejando sus huellas. Él sabía para donde iba y sabía que si lo mandábamos para el norte de esa no se escapaba. Una cosa es aquí, en El Salvador, donde él a esas alturas ya tenía comprados a un montón de políticos y policías. Otra cosa es en el norte”.
Hoy, según una fuente de la Fiscalía
salvadoreña, dos de la PNC y una fuente estadounidense, la captura
del Burro puede marcar el inicio de una operación más grande contra
Texis, que podría llegar hasta José Adán Salazar, alias El Diablo,
líder de la banda según una investigación periodística de El
Faro, o a José Misael Cisneros, el narco-pandillero de la MS13 a
quien el Departamento del Tesoro de Estados Unidos marcó como
objetivo de persecución policial junto a otros cinco miembros de la
pandilla.
El Burro Herrera, el Diablo Salazar y
Medio Millón Cisneros aparecen en informes policiales al menos desde
2009, año en que la PNC, en virtud de la orden circular No.
009-12-2008 que había firmado el entonces director Rodrigo Ávila,
abrió varios expedientes de investigación a los que denominó “Caso
Límites”, “Terraza”, “MAOO”, “Metapán”.
En uno de esos informes se lee: “El
Burro, o el Coyote, de nacionalidad salvadoreña, quien es uno de los
principales cabecillas de una fuerte estructura delictiva dedicada al
trasiego de droga en la zona occidental del país, además es
vinculado a miembros de la pandilla MS y al grupo de exterminio los
Zetas, en Guatemala y México...
“Dicho narcotraficante desde hace
varios años se moviliza libremente, jactándose de que tiene buenas
influencias políticas con altos mandos policiales y con otros
funcionarios públicos importantes.”
Al Burro lo asustaron en 2011. A MedioMillón intentaron capturarlo en 2010 con un cinematográfico
operativo policial que, según un investigador de la misma PNC, se
vino abajo por filtraciones que llegaron desde la DAN y desde un
oficial destacado en Chalatenango: un subinspector al que testigos ya
habían acusado por malos procedimientos en Quezaltepeque y a quien
la Fiscalía nunca investigó por eso.
Todo eso paró entre noviembre de 2011
y mediados de 2013, cuando los generales David Munguía Payés y
Francisco Salinas se hicieron cargo de la seguridad pública de El
Salvador. La llegada de los dos militares supuso el cambio de
estrategia del estado salvadoreño: del intento de ataque al
silencio.
“Si no hay rastros de cocaína hay
rastros de plata”
El expediente
policial del Burro Herrera no empezó a escribirse con Texis.
El 4 de septiembre
de 1993 la Unidad Ejecutiva Antinarcotráfico de la vieja Policía
Nacional, a medio camino de desmovilizarse tras el Acuerdo de Paz, lo
detuvo en la casa número 4 de la calle Álvarez en la colonia Roma
de San Salvador por falsificación de marcas. Entre el 92 y el 93 fue
detenido cinco veces por dos cargos de lesiones menos graves y tres
cargos de estafa relacionados con el tráfico de indocumentados,
según consta en viejos expedientes policiales. Entre 2005 y 2006 fue
detenido otras dos veces, por amenazas con agravación especial y por
tenencia, portación o conducción de armas de guerra.
El 18 de abril de
2012, tras haberse librado del intento de captura que el CIP había
realizado el año anterior, un informe del Organismo de Inteligencia
del Estado ubica al Burro Herrera recogiendo tres millones de dólares
en un contenedor que había ingresado en un furgón procedente de
Costa Rica. El reporte de un equipo de vigilancia estatal dice que
Herrera Hernández hizo la diligencia en a bordo de un Toyota Land
Cruiser modelo 2005 placas P122-119, registrado a nombre de un
lugarteniente del Diablo Salazar.
Por ahora, la
Fiscalía General capturó a Herrera Hernández bajo cargos de robo
de autos. El Ministro de Seguridad, Ricardo Perdomo, sucesor de
Munguía Payés, ha dicho que las investigaciones por narcotráfico
están abiertas.
Un policía
salvadoreño explica que, en este caso de Texis y el Burro, los
esquemas de lavado a los que la organización está vinculada son
incluso más importantes que la droga misma. “Vos crees que les van
a hallar la coca, o que andan la coca en sus carros. Lo que mueven es
la plata. Si no hallan rastros de la cocaína hay rastros de la
plata. El problema es que la Fiscalía no tiene un buen récord en
estas investigaciones”, dice.
De hecho, la
Fiscalía no tiene un buen récord en casos de lavado de dinero:
entre 2010 y este año solo ha procesado a 13 personas, todas
capturadas en flagrancia, ninguna luego de investigaciones de la
unidad pertinente en el Ministerio Público. Y, según el informe de
delitos financieros en el mundo del Departamento de Estado de Estados
Unidos para 2013, El Salvador solo logró cuatro condenas en firme
contra lavadores, la cifra más baja de Centroamérica junto a Costa
Rica.
En 2008, con
asesoría de Estados Unidos, Fiscalía y PNC trataron de llevar
adelante una investigación similar que relacionara embarques de
cocaína con fachadas financieras para blanquear el dinero. La banda
se llamaba Los Perrones y la operación fue un rotundo fracaso por
las mismas causas que el Burro Herrera ha podido, según los récords
policiales y la inteligencia estatal, seguir operando a pesar de su
nutrido expediente: protección desde la PNC y poca capacidad de la
Fiscalía para montar un caso de delitos financieros.
“Al
Diablo, si lo van a agarrar de verdad, lo tienen que agarrar por
evasión, por tema financiero, por sus hoteles, sus negocios
agrícolas... jamás le van a hallar coca”, dice el policía
salvadoreño. Si lo van a agarrar...
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