lunes, 5 de agosto de 2013

¿La tapadera de la cloaca?

Versión en español de artículo publicado en InSightCrime.org Aquí en inglés.

La captura del Burro Herrera, supuesto miembro del cartel de Texis, es, según tres fuentes salvadoreñas y una en Estados Unidos, parte de una investigación más amplia que la Fiscalía salvadoreña ha basado en gran parte en información producida desde hace al menos cuatro años por la inteligencia policial y por datos recogidos desde el centro de escuchas telefónicas.

No parece un tipo amigable Roberto Antonio Herrera Hernández, alias El Burro, el ganadero santaneco de quien las autoridades salvadoreñas dicen ahora que investigan por robar carros y por narcotráfico, por ser miembro del cartel de Texis. En las fotos que de él circulan por las páginas de los medios impresos salvadoreños suele aparecer con una mueca de disgusto o con el gesto exasperado señalando a la cámara.

Roberto Antonio Herrera Hernández, alias El Burro. Foto tomada de La Prensa Gráfica


En 2007, Herrera Hernández desmostró su mal carácter a un hombre que tuvo la mala suerte de encontrárselo en una lotificación del caserío Azacualpa de Texistepeque. José Adeli Sandoval Linares, de 46 años, había llegado a la lotificación a recoger unos documentos, según consta en una denuncia puesta en la PNC el 15 de julio. Ahí, en la entrada, estaba el Burro Herrera:

  • ¿Qué estás haciendo aquí?, preguntó Herrera.

  • Vengo a recoger unos recibos, respondió Sandoval.

  • Mirá, yo tengo muchos problemas y muchos enemigos y no te quiero ver aquí. Te me vas...

  • Esos son tus problemas, desafió el visitante.

El Burro Herrera sacó su arma de fuego y ofreció una solución al tema: “Pues si querés ahorita mismo nos damos verga”... Esa vez, al menos, nadie murió.

El martes 23 de julio pasado, cuando la Policía lo presentó esposado ante medios de comunicación salvadoreño después de capturarlo por robo de carros, Herrera Hernández se desahogó con una declaración enigmática: “Soy el papel higiénico de este país”, dijo antes de explicar que, según él, su captura se debía a que había decidido no aceptar un chantaje al que querían someterlo personajes políticos importantes. La confesión, por supuesto, paró ahí, pero sirvió para añadir una pieza más al rompecabezas del narcotráfico, el lavado de dinero y la complicidad del estado salvadoreño con el crimen organizado. La vieja y productiva “protección política” que el cartel de Texis, la supuesta organización narco a la que pertenece el Burro, y Los Perrones reciben desde hace un buen rato según dejó establecido el año pasado un informe de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Crimen.


La Prensa Gráfica relató así las declaraciones de Herrera Hernández: “El trato ofrecido fue desvanecer toda la investigación del cartel de Texis –cuya existencia calificó de “invento”– a cambio de $200,000 por cabeza. 'Soy un chivo expiatorio de alguien aquí, todo ha sido basado en una extorsión', dijo ”.

En febrero de 2011, cuando el Centro de Inteligencia Policial lo detuvo atendiendo a una petición estadounidense, el Burro Herrera no apareció tan feroz ante sus captores, según dos agentes que participaron en aquel operativo. Es más, dice uno de ellos que el hombre estaba resignado desde el principio: suponía que sus días de impunidad en El Salvador habían terminado y que le tocaba volver a Estados Unidos, donde de poco le servían los contactos hechos en la feria ganadera de Santa Ana, el paraguas de sus contactos políticos o sus tratos con oficiales de la PNC.

Así reproduce uno de los oficiales la conversación que sostuvo en 2011 con Herrera Hernández tras comunicarle que lo iba a retener en vías de confirmar la validez de la orden estadounidense:

  • 'Cuidá al niño y vendé todo lo que tenemos', eso fue lo que le dijo a la esposa cuando le habló después que lo detuvimos, que ya lo teníamos en el laboratorio en San Salvador cotejando sus huellas. Él sabía para donde iba y sabía que si lo mandábamos para el norte de esa no se escapaba. Una cosa es aquí, en El Salvador, donde él a esas alturas ya tenía comprados a un montón de políticos y policías. Otra cosa es en el norte”.

Hoy, según una fuente de la Fiscalía salvadoreña, dos de la PNC y una fuente estadounidense, la captura del Burro puede marcar el inicio de una operación más grande contra Texis, que podría llegar hasta José Adán Salazar, alias El Diablo, líder de la banda según una investigación periodística de El Faro, o a José Misael Cisneros, el narco-pandillero de la MS13 a quien el Departamento del Tesoro de Estados Unidos marcó como objetivo de persecución policial junto a otros cinco miembros de la pandilla.

El Burro Herrera, el Diablo Salazar y Medio Millón Cisneros aparecen en informes policiales al menos desde 2009, año en que la PNC, en virtud de la orden circular No. 009-12-2008 que había firmado el entonces director Rodrigo Ávila, abrió varios expedientes de investigación a los que denominó “Caso Límites”, “Terraza”, “MAOO”, “Metapán”.
 

En uno de esos informes se lee: “El Burro, o el Coyote, de nacionalidad salvadoreña, quien es uno de los principales cabecillas de una fuerte estructura delictiva dedicada al trasiego de droga en la zona occidental del país, además es vinculado a miembros de la pandilla MS y al grupo de exterminio los Zetas, en Guatemala y México...

“Dicho narcotraficante desde hace varios años se moviliza libremente, jactándose de que tiene buenas influencias políticas con altos mandos policiales y con otros funcionarios públicos importantes.”

Al Burro lo asustaron en 2011. A MedioMillón intentaron capturarlo en 2010 con un cinematográfico operativo policial que, según un investigador de la misma PNC, se vino abajo por filtraciones que llegaron desde la DAN y desde un oficial destacado en Chalatenango: un subinspector al que testigos ya habían acusado por malos procedimientos en Quezaltepeque y a quien la Fiscalía nunca investigó por eso.

Todo eso paró entre noviembre de 2011 y mediados de 2013, cuando los generales David Munguía Payés y Francisco Salinas se hicieron cargo de la seguridad pública de El Salvador. La llegada de los dos militares supuso el cambio de estrategia del estado salvadoreño: del intento de ataque al silencio.


Si no hay rastros de cocaína hay rastros de plata”

El expediente policial del Burro Herrera no empezó a escribirse con Texis.

El 4 de septiembre de 1993 la Unidad Ejecutiva Antinarcotráfico de la vieja Policía Nacional, a medio camino de desmovilizarse tras el Acuerdo de Paz, lo detuvo en la casa número 4 de la calle Álvarez en la colonia Roma de San Salvador por falsificación de marcas. Entre el 92 y el 93 fue detenido cinco veces por dos cargos de lesiones menos graves y tres cargos de estafa relacionados con el tráfico de indocumentados, según consta en viejos expedientes policiales. Entre 2005 y 2006 fue detenido otras dos veces, por amenazas con agravación especial y por tenencia, portación o conducción de armas de guerra.

El 18 de abril de 2012, tras haberse librado del intento de captura que el CIP había realizado el año anterior, un informe del Organismo de Inteligencia del Estado ubica al Burro Herrera recogiendo tres millones de dólares en un contenedor que había ingresado en un furgón procedente de Costa Rica. El reporte de un equipo de vigilancia estatal dice que Herrera Hernández hizo la diligencia en a bordo de un Toyota Land Cruiser modelo 2005 placas P122-119, registrado a nombre de un lugarteniente del Diablo Salazar.

Por ahora, la Fiscalía General capturó a Herrera Hernández bajo cargos de robo de autos. El Ministro de Seguridad, Ricardo Perdomo, sucesor de Munguía Payés, ha dicho que las investigaciones por narcotráfico están abiertas.

Un policía salvadoreño explica que, en este caso de Texis y el Burro, los esquemas de lavado a los que la organización está vinculada son incluso más importantes que la droga misma. “Vos crees que les van a hallar la coca, o que andan la coca en sus carros. Lo que mueven es la plata. Si no hallan rastros de la cocaína hay rastros de la plata. El problema es que la Fiscalía no tiene un buen récord en estas investigaciones”, dice.

De hecho, la Fiscalía no tiene un buen récord en casos de lavado de dinero: entre 2010 y este año solo ha procesado a 13 personas, todas capturadas en flagrancia, ninguna luego de investigaciones de la unidad pertinente en el Ministerio Público. Y, según el informe de delitos financieros en el mundo del Departamento de Estado de Estados Unidos para 2013, El Salvador solo logró cuatro condenas en firme contra lavadores, la cifra más baja de Centroamérica junto a Costa Rica.

En 2008, con asesoría de Estados Unidos, Fiscalía y PNC trataron de llevar adelante una investigación similar que relacionara embarques de cocaína con fachadas financieras para blanquear el dinero. La banda se llamaba Los Perrones y la operación fue un rotundo fracaso por las mismas causas que el Burro Herrera ha podido, según los récords policiales y la inteligencia estatal, seguir operando a pesar de su nutrido expediente: protección desde la PNC y poca capacidad de la Fiscalía para montar un caso de delitos financieros.

Al Diablo, si lo van a agarrar de verdad, lo tienen que agarrar por evasión, por tema financiero, por sus hoteles, sus negocios agrícolas... jamás le van a hallar coca”, dice el policía salvadoreño. Si lo van a agarrar...

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