miércoles, 15 de agosto de 2012

Los amigos de Chepe Luna

Columna publicada el 15 de agosto de 2012 en elfaro.net

José Natividad Luna Pereira es un hombre que debe su éxito, y su libertad, a sus buenos amigos. Al final de la década de los 90, este hombre –hondureño o pasaquinense según la partida que presente– había convertido viejas rutas de contrabando de lácteos y armas en su feudo, uno que iba desde Barrancones hasta la Panamericana, desde las playas de La Unión hasta Santa Rosa de Lima, San Miguel y El Amatillo, uno que le permitió, la década siguiente, mover decenas de kilos de cocaína a Estados Unidos, según una corte de Nueva York y según datos de inteligencia de la DEA y de las policías de Costa Rica, Nicaragua, Honduras y El Salvador.
Chepe Luna, como la mayoría de narcos en América Latina desde los días de Pablo Escobar y los hermanos Rodríguez Orejuela en Colombia, construyó su empresa gracias al balance adecuado entre plata y plomo. En El Salvador, pagó con su plata fiestas y jaripeos en Pasaquina e incluso fue candidato a concejal en ese municipio, según reconoció el ex alcalde pasaquinense Héctor Odir Ramírez en una entrevista en La Prensa Gráfica en julio de 2009. El ex alcalde Ramírez, de ARENA, fue quien le extendió una partida de nacimiento a Luna a pesar de que él ya tenía documentos hondureños.

La plata también le alcanzó para comprar informantes en el seno de la Policía Nacional Civil durante la administración del ex director Ricardo Menesses. Entre 2004 y 2006, Luna logró evadir cuatro operativos de captura. En al menos dos de ellos participaron agentes de la PNC, de la Fiscalía General, funcionarios de los Ministerios de Seguridad y Hacienda y oficiales de la DEA estadounidense como asesores. Dos ex ministros del ex presidente Antonio Saca me contaron, en varias conversaciones sostenidas entre 2008 y 2009, que esos operativos se caían porque, cuando todo estaba a punto, los equipos de inteligencia desplegados en las calles y las órdenes de captura firmadas, alguien, desde la Policía, le soplaba a Luna que iban tras él. Al final, Chepe Luna se fue a Honduras –no cabe decir que huyó: la misma inteligencia policial salvadoreña sabía, entre 2008 y 2010, que cruzaba la frontera con frecuencia–. 

La familia Flores Lazo, con Reynerio de Jesús a la cabeza, heredó parte del negocio. “Neyo”, como Chepe Luna, evadió a las autoridades salvadoreñas gracias a los orejas que había infiltrado en la División Antinarcóticos. Hasta que lo capturaron en Honduras. Como a Chepe Luna.
La plata de Los Perrones y Luna intentó también, según la inteligencia salvadoreña y reportes periodísticos, comprar apoyo político. Ahí está, como ejemplo visible, la llamada de Adolfo Tórrez y el ex diputado Carlos Silva Pereira, el escándalo que El Faro reveló. Tórrez está muerto. Silva, preso en espera de deportación en Arizona. La inteligencia salvadoreña habló, también, de dos pagos de entre 200,000 y 250,000 dólares hechos por Los Perrones a operadores políticos entre 2007 y 2009 para evitar la persecución policial, algo de lo que me hablaron, además de ex fiscales, agentes que trabajaron para los Flores Lazo
Los vínculos políticos de Luna y Los Perrones están, por hoy, traspapelados en los archivos que, en la Fiscalía, acumulan polvo. Ahí hay, por ejemplo, pistas que no se siguieron, como las reuniones que Óscar René Molina Manzanares sostuvo en su autolote con operadores políticos, de los que una testigo dio fe en declaración extrajudicial en su momento.
Hubo plata. Y plomo: al menos dos agentes salvadoreños uniformados que trabajaron encubiertos en estas organizaciones han muerto. La historia de uno de ellos, el agente Nahún, que murió en El Tamarindo, La Unión, mientras seguía el rastro a un kilo de cocaína que pertenecía a un policía vinculado a Los Perrones, me la contó otro agente encubierto en 2008. El plomo también ha servido para acallar adversarios, competidores.
 
Hasta 2009, ningún proceso contra oficiales de la Policía sospechosos de tener vínculos con Luna, Flores Lazo u otros de la banda que se ha conocido como Los Perrones de Oriente, había prosperado penalmente.  Fue hasta que la abogada Zaira Navas llegó a la Inspectoría General, durante la administración de Carlos Ascencio al frente de la PNC, cuando cuatro comisionados, cinco subcomisionados, un inspector y dos subinspectores vieron sus nombres en expedientes administrativos de investigación por sus presuntos vínculos con Chepe Luna o Los Perrones.  Hay, en esa lista, dos ex directores: “(hay) investigaciones iniciadas por faltas graves y muy graves en contra de Oficiales de alto nivel de la Policía, entre ellos el ex Director General, Ricardo Mauricio Menesses, a quien se le atribuyó responsabilidad por el supuesto fracaso de cuatro operativos diseñados para capturar al reconocido narcotraficante José Natividad Luna Pereira, debido a fuga de información mientras era Director de la Institución y vínculos con dicha persona”, dice en un documento oficial de la Policía.
La repuesta política en la Asamblea Legislativa a las investigaciones de la inspectora Navas fue una: persecución. La derecha, con votos de ARENA, GANA, PDC y PCN, formó una comisión especial que investigaría a la investigadora. Al final, la comisión se disolvió, Navas renunció tras cambios en el gabinete de seguridad y algunos de los oficiales mencionados volvieron a puestos importantes en la Policía.
Chepe Luna fue arrestado la semana pasada. Estuvo preso poco más de 24 horas. Es libre de nuevo. En los medios de comunicación hondureños y las redes sociales se reproducen, ya, interrogantes sobre cómo jugó la plata de Luna en esta ocasión. En El Salvador, ha resurgido la pregunta sobre los viejos amigos de Luna.
Hay, en América Latina, muchas historias parecidas a esta, en las que la corrupción policial y judicial, los sobornos, las muertes, son ingredientes fundamentales. La más famosa, la de Pablo Escobar Gaviria, el paisa que inventó el negocio y que también compró policías, pagó jueces y se fugó mil veces gracias a oportunos soplos.

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