lunes, 28 de enero de 2013

Matar al mensajero




Sobre las recientes acusaciones del presidente de la república al co-director de El Faro.


17 de mayo de 2011. El presidente de la república, Mauricio Funes, llega a la inauguración del II Foro de Periodismo deEl Faro, donde lo entrevista la periodista mexicana Carmen Aristegui. Ahí, Funes se refiere a la investigación que la sección Sala Negra del periódico ha publicado ese día sobre el Cartel de Texis, una organización de narcotráfico que ha infiltrado a la PNC, alcaldías, partidos políticos y tribunales. Dice el presidente que la Fiscalía debería abrir una investigación sobre la organización criminal y agradece a El Faro por su labor de investigación.

La Fiscalía General, durante la administración del ex fiscal Romeo Barahona, dijo que había abierto expediente por Texis aunque nunca adelantó resultado alguno: todos los empresarios, oficiales de policía, políticos y jueces señalados en la investigación periodística cuya solidez el presidente consideró suficiente para sugerir la apertura de un expediente siguen libres; nadie ha sido procesado hasta el momento. El fiscal actual, Luis Martínez, no se ha pronunciado al respecto.

Casi un año después de publicar Texis, en marzo de 2012, El Faro publicó un extenso reportaje sobre la tregua entre pandillas que se gestaba en las cárceles del país con los auspicios de la inteligencia del estado. Después de eso, según denunció Carlos Dada, director de El Faro, los periodistas del medio empezaron a recibir seguimientos sospechosos. El Ministro de Justicia, David Munguía Payés, incluso dijo en público que había recibido con preocupación noticias de amenazas en contra del periódico y sus periodistas. Ni entonces ni ahora se ha sabido si el general Munguía ordenó alguna investigación sobre esas amenazas, si dio parte a Fiscalía, o si, en definitiva, hizo algo más que avisar.

Durante los dos últimos años, El Faro ha publicado también extensos reportajes sobre el manejo de la política desde Casa Presidencial. El último, la semana pasada, sobre los gastos de publicidad.

Después de todo eso, el 22 de enero de 2013, viene el presidente y acusa, en declaraciones públicas ante medios de comunicación, a Jorge Simán, codirector de El Faro, de un delito relacionado con la época en que este se desempeñó como funcionario en la geotérmica estatal LaGeo. Hasta donde sé, ni el presidente ni alguien de su entourage habían, antes del episodio verbal, denunciado algo ante la Fiscalía General. Y la acusación ocurre justo cuando la administración está embarcada en un pleito de opinión pública y legal por temas jurisdiccionales relacionados con la geotérmica.

No toca a El Faro defenderse de una acusación tirada al aire sin pruebas, así venga del ciudadano presidente. Y al codirector de El Faro le tocará explicar su desempeño como funcionario solo si la autoridad competente se lo requiere, como a cualquier funcionario público ante requerimiento legal; eso, sin embargo, no ha pasado.

Todo esto es muy grave: si el presidente tiene conocimiento de un delito, su deber es denunciarlo ante las instituciones del Estado de acuerdo a lo establecido en la ley que él juró cumplir y hacer cumplir; y como no lo hizo, más bien parece que todo se trata de una movida política para poner reflectores sobre el medio más crítico e independiente de El Salvador en estos momentos; al mismo medio al que él elogió por hacer lo que instituciones como la Fiscalía y la Policía no han hecho en años: investigar al crimen organizado y su infiltración en el Estado. Y, al menos en eso, coincido: sin investigaciones como las que El Faro publica sería muy difícil abrir al menos un resquicio en el inmenso muro de la impunidad en El Salvador.

Más bien parece que todo esto se trata de la triste y peligrosa práctica de matar al mensajero, o de intentar golpear su credibilidad. A mis colegas les digo: el poder es efímero y los quinquenios duran eso, cinco años. Quedan, sí, esos males ya enquistados en nuestra política –de izquierda o derecha–  como la impunidad y la connivencia con el crimen. Pero también quedan valentías como las de ustedes. Ánimo.






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