martes, 19 de marzo de 2013

"Me dan 10,000 dólares por el Jaguar"





Francisco Alfonso Hernández Montes, también conocido como Mario Alexander Chávez, testigo protegido de clave Jaguar


De cómo pandilleros y policías asesinaron a un testigo en las bartolinas de la PNC en los Planes de Renderos. Relato reconstruido a partir de dos informes elaborados por investigadores de la Policía y fiscales asignados al caso: La madrugada del 2 marzo tres hombres llegaron en un microbús Urban color beige hasta un predio baldío aledaño al puesto policial. El primero se bajó a las 2:11:14 horas y entró al predio. Los otros dos se bajaron 5 minutos y 24 segundos después. A las 2:34:45 horas, según consta en cámaras de vigilancia colocadas por la alcaldía de Panchimalco sobre la calle que de esa ciudad lleva a San Salvador, los tres hombres volvían al microbús; acaban de matar a Francisco Alfonso Hernández Montes, también conocido como Mario Alexander Chávez, y más recientemente como Jaguar, pandillero del Barrio 18 e informante de la Fiscalía en casos de narcomenudeo.








Secuencia fotográfica tomada que muestra la llegada de los asesinos.

El bartolinero de la subdelegación de Los Planes, quien según la Fiscalía ya confesó su participación en el crimen, es una de las piezas más importantes de este asesinato que comprometió la seguridad de un recinto policial utilizado para resguardar a reos que colaboran con las autoridades. El informe inicial de la Policía da cuenta de como el bartolinero aceptó un trato que le ofrecieron miembros del Barrio 18 para eliminar al testigo:

Pasaban de las 3 de la tarde del 20 de febrero cuando un hombre se acercó al bartolinero en el mercado central de Zacatecoluca. "Hey, alguien te quiere hablar del penal de Izalco", le extendió un teléfono el intermediario al policía. El que hablaba desde la cárcel se identificó como el Oso de Izalco, le dijo que ya sabía que era policía, que estaba en Los Planes y que ahí había un soplón al que querían darle (matar). Antes de que el bartolinero pudiese contestar le informaron que enlazarían la llamada con Mejicanos. Otro pandillero, que se identificó como Alex, le indicó que estuviese al día siguiente frente a Catedral Metropolitana al mediodía con el chip del teléfono que usaba en ese momento.

El 21 de febrero a las 11:30 de la mañana, el bartolinero esperaba ya en la plaza Gerardo Barrios. 20 minutos después un hombre le preguntó si era él a quien debía entregarle un blackberry. Que sí, dijo el Policía. Con el teléfono llegó, otra vez, la instrucción de cambiar el chip. Esa noche, Alex llamó: "Ponete planchado y ayudanos a matar a ese culero", le dijo.

(Un día después del asesinato, el 3 de marzo, en entrevista con fiscales, el bartolinero dijo que se negó en principio, pero aseguró que Alex lo amenazó con matar a su madre si no colaboraba).

Alex y el bartolinero siguieron comunicándose por mensajería de texto (BBM) y por teléfono. Alex le decía que ya tenían ubicadas las posiciones de los policías que estaban en el puesto, pero que aún necesitaban la ubicación exacta de la bartolina en que estaba el objetivo. El pandillero le ofreció $2000 por la colaboración.

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Las investigaciones abundan en detalles sobre el cómo y el cuándo, pero dicen poco del por qué. Confirman, sí, que la víctima era un testigo al que la Fiscalía había puesto el indicativo de Jaguar. En la descripción de la víctima que hace la Unidad de Análisis y Tratamiento de Información de la División Central de Investigaciones de la Policía dice: "La víctima estaba trabajando con la DIN de Mejicanos, y con él se estaban investigando casos de homicidio cometidos por una estructura de la pandilla 18 (sic) (pendiente de confirmar que clica), y se encontraba en las bartolinas desde el 28 de noviembre de 2012". 

En un principio, la Policía negó que la víctima fuera un testigo, pero además de lo establecido en el informe de la Subdivisión de Investigaciones, uno de los funcionarios con conocimiento de las investigaciones confirma que Jaguar estaba dando información de redes de narcotráfico que iban más allá de Mejicanos, que se extendían a Ilopango e incluso a Chalatenango.

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Otro testigo del caso, un policía al que las autoridades han dado el nombre clave Marzo, ha relatado que el bartolinero, lejos de mostrarse intimidado en el puesto de Los Planes, llegaba a jactarse enfrente del pandillero sobre el que, sabía, pesaba una condena de muerte. "Quiero vender jaguar", decía. O: "Hablémosle a aquellos", en referencia a los miembros de la clica que querían matar al testigo. En una ocasión, cuenta Marzo, el bartolinero le dijo que le habían ofrecido 10,000 dólares por el trabajo y le ofreció la mitad si le ayudaba.

Pero Marzo también observó movimientos extraños que, en principio, no deberían haber pasado desapercibidos en la bartolina y que sugieren una operación que iba más allá del bartolinero y de un puesto policial donde cundía el caos; un recinto donde la vida de los testigos, en realidad, valía muy poco: 1. "Movimientos sospechosos de sujetos que se saltaban la cerca de la propiedad vecina para controlar las personas que se encuentran en las celdas". 2. "Entre diciembre y enero en nueve ocasiones vio el testigo a sujetos que bajaban a las celdas cuando el custodio subía a comer". 3. "En enero vio a un sujeto esconderse entre las gradas que están frente a las bartolinas".

Una de las últimas cosas que el bartolinero le dijo a Marzo fue que él y un chero matarían a alguien, que eso saldría en los diarios y que él se iría a Guatemala con su mujer.

El 1 de marzo Alex llamó al bartolinero 3 veces después de las 7 de la noche. A eso de las 10 le puso un texto para decirle que en la madrugada llegarían a las bartolinas a matar a Jaguar. Llegaron a las 2 con 11 minutos. 23 minutos y 43 segundos después ya habían vaciado una uzi en el testigo.

Más tarde, en la mañana del 2 de marzo, el Ministro de Seguridad, el Fiscal General y los altos mandos de la PNC llegaron a Los Planes a ver la escena de un crimen como no se veía hace mucho en San Salvador.

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